Del 9 de abril al 15 de mayo. Sala de Exposiciones temporales del Museo del Vino
La artista graba con pigmentos naturales, tintas de pulpos y vino de la zona, crea huellas únicas de peces y cefalópodos que inmortaliza a modo de fósiles en diferentes soportes. Desde el papel de pescadería y las bolsas de protección de la uva hasta otros de propia confección. Los convierte en nuevos campos y mares llenos de imaginación. Nos lleva por los caminos del amor, por su tierra, nos adentra en sueños, quizás de sirenas.
El gyotaku es una técnica milenaria proveniente de la cultura tradicional de Japón. Etimológicamente proviene de “gyo”, pez y “taku”, frotar, lo que genera un monotipo. Donde la artista Ana Gama hace de anfitriona, une el mar y la tierra. Nos pasea por diferentes
latitudes para recabar en su territorio natal, que significa y celebra con la esencia del vino de Bullas. Utiliza la huella, el registro, de manera paciente, reposa y devuelve a la vida eterna formas de animales singulares. Muestras de impresión natural que transciende a lo espiritual. Registros, diferentes e irrepetibles. Utilización de matrices y tintas donde incluye materias vinícolas, que crean representaciones
atemporales con un carácter único.
El haiku también de origen japonés, formalmente es un poema de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas. Pero sería equivocado limitarlo únicamente por su anatomía, al igual que el vino no se define por la botella que lo alberga. El haiku es el contenido, la esencia. Se unifica con el acontecer, primer sorbo de vino, despertar de sensaciones infinitas. La mano amiga que nos muestra el mundo, el abrir de los sentidos, traspasando la
razón y se aleja de artificios, incluso literarios. Es una copa pura de verdad. El camino del haiku es de la simplicidad elevada. Comprensible por aquellos que recorren la vía de la naturaleza sin apropiarse de ella y rehúyen de imposturas. Alejándose del yo, para simplemente ser la mirada y reflejo de la instantánea.
En esta muestra del Museo del Vino de Bullas el gyotaku realizado por Ana Gama y los haikus que escribo se maridan de manera armoniosa y delicada para fundirse con la experiencia enológica, donde no existen artificios y nos abre la ventana al paisaje de Bullas.
Madueño