Conoce nuestros establecimientos: Agrolavia

El punto fuerte de este lugar es el entorno; cumbres, pinadas, frutales, plantas aromáticas, plantas medicinales... lo que tenemos aquí detrás es la parte alta de los valles más emblemáticos de Bullas, el valle del Aceniche y el valle de Lavia.

¿Que hace especial a este alojamiento?

El punto fuerte de este lugar es el entorno; cumbres, pinadas, frutales, plantas aromáticas, plantas medicinales… lo que tenemos aquí detrás es la parte alta de los valles más emblemáticos de Bullas, el valle del Aceniche y el valle de Lavia, siendo la Denominación de Origen de Bullas referencia del cultivo de la uva Monastrell. Este entorno es donde la Monastrell se expresa con sus mejores galas.

Este alojamiento es la muestra de lo que nos ha enseñado este lugar, guardamos parte de tradición, guardamos también parte de sentimiento ecológico… intentamos que la gente que viene aquí tenga una oportunidad de ligarse al medio en el que está, que lo tenga fácil para disfrutar de la paz que aquí se vive; escuchar el continuo trinar de los pájaros, escuchar la brisa que corre, disfrutar del fresco de la noche, todo esto lo hace especial, aquí es donde nos hemos criado, donde… bueno, nosotros le tener un enorme amor a esta zona, y de alguna forma nos gustaría compartirla con más personas, para que vengan y lo valoren.

Contarnos un poco de la historia de esta finca

Esta tierra era tierra de viña, el padre de mi marido cultivaba la vid, cultivaba uva para la Cooperativa del Rosario, una de las primeras cooperativas que había en Bullas, y que hacia y hace vino con la uva de estos valles. De joven, al venir, recuerdo había mucha más viña, mi suegro la cultivaba, y cuando era tiempo de vendimia los hijos ayudaban siempre.
Cuando hablamos de tierra de viña, también debemos decir que antiguamente las parcelas estaban más bien mezcladas, había olivo, había cereal, había almendros, pero distribuidos de aquella manera en el que si un año era bueno de olivo se tenían oliva, si era bueno de uva se tenía uva. Era una manera de asegurarte una buena cosecha al año.
El campo no se entendía tanto como explotaciones de monocultivo, los modelos de producción eran diferentes, y una de las mayores preocupaciones era la de poder auto abastecerse, es decir, la lejanía con respecto a los pueblos obligaba a que las fincas fueran más auto suficientes, (vamos, si querías manzanas mejor que tuvieras un manzano…) y con los años la demanda y la rentabilidad de los productos demandados ha variado y la finca ha ido cambiando de cultivo gradualmente.
No hay una razón, ni una fecha exacta, de porque cambiaban el tipo de cultivo. Hoy si que vemos que ha habido una gran perdida de valor de los viñedos tradicionales, en el que predominaba la variedad Monastrell.
Esta zona es la cuna de la Monastrell, aquí la parra se agarra bien al terreno, crece sana y sobretodo da buen vino. Ahora en nuestro días vemos que no se ha gestionado bien el cuidado de esta uva, y en retrospectiva vemos con cierta pena que se hayan arrancado viñedos de más de cincuenta años, que deberían de haberse protegido como un patrimonio, no se valoró en su día, durante mucho tiempo las ayudas iban dirigidas a promover otros tipos de cultivo apostando por frutales que generaban a corto plazo mayor rendimiento económico pero que a largo plazo depende demasiado de un obligado regadío donde el precio de esa necesaria agua tiene un gran coste, ya no solo por el precio de la misma, sino ademas del daño ecológico que estamos haciendo a los acuíferos naturales de donde proviene dicha agua.
El trabajo en la viña, y más si se cultiva en el modo tradicional, es muy duro, donde se necesita mucho tiempo de trabajo especializado. A día de hoy sabemos que el vino, cuando está bien hecho, es rentable, y que la apuesta por variedades mediterráneas como la vid de Monastrell puede ser una medida de producción sostenible en zonas semiáridas donde debería volver a primar cultivos de secano que no necesiten agua de riego.
Pero para hacernos entender debemos recordar aquello que nos mueve a nosotros, y es que estamos enamorados de este lugar, de estas vistas, donde se han criado nuestros hijos, enamorados de vivir cerca de las cumbres de estos valles, de la suave y fresca brisa que recorre aquí y que atrae a esos pájaros que no dejan de cantar.

¿Quién viene a alojarse a Agrolavia?

Ofrecemos autenticidad, damos lo que es bueno para nosotros, lo que nos gustaría recibir si fuéramos a un lugar parecido, compartimos nuestra zona, con nuestra comida que mucha de ella la cultivamos y trabajamos nosotros; desde frutas ecológicas frescas maduradas en el árbol y recién recogidas, que pueden recolectar ellos mismos a frutas deshidratas, miel de nuestros pequeños colmenares. Compartimos los paisajes que no queremos que se olviden, compartimos lo que hemos vivido y sabemos que es bueno, nuestro pequeño oasis que nos ha regalado la vida.
Nos suelen visitar muchas familias, el valle permite hacer excursiones de baja dificultad, que se pueden realizar con calzado cómodo, pero muy sorprendentes. Las vistas desde los cuchillos a los valles son espectaculares. En poco menos de media hora estamos disfrutando del valle del Aceniche, cada día más conocido, caminando por una suave vereda entre las colinas rodeados de una pinada que se pierde en las cumbres.
También suelen venir grupos de amigos que encuentran en este alojamiento un punto de encuentro, personas que han estado en la universidad que al terminarla sus vidas han tomado rumbos diferentes.
Unos visitantes decían que les recordaba a Asturias, y otros a los Picos de Europa, (risas), aquí en Murcia. Yo les respondía que esto es porque estamos en una zona realmente privilegiada por conocer, que a veces los cauces de las fuentes del Aceniche vuelven a manar agua, y que aquí abajo mis hijos cuando eran chicos, echaron más de una tarde cazando ranas.
Todos los que viene suele repetir, se enamoran de este sorprendente lugar que no coincide con la imagen que al parecer se tiene de la Región de Murcia. Las zonas altas del Noroeste Murciano están por descubrir.

Contarnos un recuerdo del lugar

En este lugar hay dos cosas que no deberías perderte, el atardecer fresco de verano y la bruma de la mañana.
Los atardeceres de verano… cuando el aire se para, la cara de monte, hacia donde mira nuestra terraza, se tiñe de los rayos cobrizos del atardecer, mientras que la brisa se vuelve poco a poco más fresca, y ese mismo frescor nocturno que permite que la uva madure lentamente, que se estrese poco. Las noches de verano se vuelven agradablemente frías, con una manga basta para pasear entre el aroma de los frutales. Aquí en verano nuestra huerta siempre tiene cerezas, ciruelas, albaricoques… al atardecer a mi me gusta de pasear con fruta recién cogida del árbol, el sabor que tiene un fruta madurada en el propio árbol es para mi… ese paseo… ese atardecer… el recuerdo que siempre trato de compartir, porque yo todas las tardes busco la excusa para poder repetirlo.
Los amaneceres se levantan con una suave bruma, con aroma a monte húmedo, como a… madera de pino, donde parece, que con el calor de los primeros rayos de sol, la tierra exuda vapor, una bruma fresca que se disipa suave y lentamente, que sorprende a quien lo disfruta. Un ejemplo claro lo tenemos en los albaricoques maduros que tomamos, lo primero, el color que tiene, fuertemente rojizo, solo se reproduce en zonas altas de valle, siendo fácil identificar de donde vienen, mirándolos, pero, hablando de vinos, los buenos catadores saben descubrir todo esto en el sabor final del vino de aquí, la experiencia enológica que es… catar el vino aquí… es inolvidable.
Beber vino, al atardecer, en la cuna de de dicho vino. No tienes que creerlo, simplemente, deberías probarlo.

Cuando os unís a la Ruta del Vino de Bullas

En nuestra historia familiar hay viticultores, nosotros entramos hace poco a la Ruta del Vino de Bullas, 2017, principalmente por el valor añadido que tiene este lugar, nos damos cuenta que como alojamiento enclavado en la zona alta del valle de Lavia, a tiro de piedra del valle del Aceniche, rodeados de viñedos de altura con seguramente, las cepas más viejas de la Región de Murcia. Aquí podemos ofrecer una experiencia extraordinaria ligada a producción local mas importante de la zona: vivir en la autentica cuna de la denominación de origen protegida de Bullas.
La Ruta del Vino de Bullas ofrece algo más que vino, es la representación real del valor añadido que da la actividad del vino a una zona como Bullas, ofrece la comunicación con las bodegas y sus bodegueros, con los viñedos y sus viticultores, ofrece también gastronomía de calidad, actividades culturales, alojamiento, y es un perfecto canal que une y comunica todos esos recursos que son interesantes de conocer ligadas al vino local, a nosotros nos parece importante sumar, como alojamiento rural de calidad, en esta iniciativa que es la Ruta del Vino de Bullas, porque solo trabajando juntos, sumando y sumando esfuerzos, llegaremos a conseguir dar a conocer esta zona.
La Ruta del Vino nos permite ofrecer paquetes cerrados, circuitos turísticos completos, que no sea solo venir a Bullas y comprar un vino, sino que tengan un contacto real con el mundo vinicultor de Bullas, que visiten una bodega, que tengan actividades, que pernocten en un espacio rural único, que a fin de cuentan tengan razones para poner en valor la denominación de Bullas, y así compartir lo que que nos gusta para que permanezca vivo en el tiempo.
Esto nace, no hemos hecho este alojamiento rural para que sea un simple hotel, era nuestra casa, la hicimos grande porque tenemos un gran y numerosa familia, y hicimos un salón grande porque queríamos tener un lugar donde poder hacer nuestras propias celebraciones, y al crear este espacios nos dimos cuenta que podría ser algo más, que compartir lo que es bueno para nosotros podría ser un experiencia inolvidable para otros, y esa es la manera con la que sabemos que perdurará, compartiéndola.

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